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2007: Centenario de las Escuelas de Téifaros |
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Durante todos estos años en los que este libro aparece como un ave precursora de nuestras fiestas sus páginas han dado cuenta de muchas efemérides, en un intento persistente de la Asociación de Vecinos de resaltar todo aquello que ha contribuido a reforzar nuestra identidad como pueblo. Este año es en este sentido muy especial puesto que se cumple el primer centenario de la inauguración de las escuelas de Teífaros.Un siglo, cien años, una cantidad de preciosa representación en nuestra base decimal, pero que sobrepasa |
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toda existencia humana. Nadie de entonces está con nosotros, pero todos tenemos mucho de aquello, porque la educación que se tiende a valorar como un bien propio es, sobre todo, un bien colectivo que se encadena de generación en generación. La educación recibida por los primeros alumnos se va transmitiendo a los suyos en un esfuerzo constante de aportarles mayores opciones y mejores condiciones. Cuando las personas aprenden sienten el conocimiento como un bien y tratan de transmitir este sentimiento como un valor supremo. Pocos hijos del pueblo han sido tan conscientes de ello como los hijos desgarrados de nuestras familias por ese holocausto incruento que fue la emigración. En la soledad de sus nuevos destinos necesitaban todos los medios para hacerse valer. Por iniciativa de uno de aquellos hijos, Don Joaquín Rodríguez, que sufragó su construcción, se inauguraron en el año 1907 aquellas escuelas que, junto con las ya existentes en La Guardia, iban a constituir el elemento más transformador de nuestro pueblo durante gran parte del siglo veinte.La estremecedora necesidad de aquellos años, la ignorancia vivida como una condena impuesta por el abandono, o quien sabe si favorecida por otros intereses, abonaron un terreno donde aquella semilla traída de ultramar germinó al atento cuidado de los sucesivos maestros, para transformarse en un frondoso árbol bajo cuyas ramas nos hemos cobijado muchas generaciones. El Rincón Popular va este año dedicado a éstos y a aquellos, en realidad a todos los que han vivido en el regazo de estas escuelas los dulces suspiros de la infancia y de modo especial a sus atentos maestros. Así, sencillamente, como quienes honran en silencio y en el anonimato a quienes evitan las guerras, mientras es costumbre erigir estatuas a los que las ganan, asociamos la alegría de las fiestas de este año a nuestro cariñoso recuerdo y a nuestro agradecimiento. |
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